
En ocasiones nos pueden surgir dudas acerca de la efectividad que pueden tener los pequeños cambios individuales en las costumbres, estilos de vida, que la educación puede favorecer, pero si pensamos que esos “pequeños cambios” al multiplicarlo por cientos de personas, la hazaña será comparable a la labor del profesor frente a sus 40 pupilos.
Datos como el avance sostenido en la superación de la pobreza, y los índices económicos que ubican a Chile como uno de los países más competitivos económicamente, no deben conformarnos, ya que por ejemplo el crecimiento del PBI no se debe solamente a la combinación de factores tradicionales (naturaleza, trabajo y capital), sino al mejoramiento de la calidad de esos factores. La educación contribuye directamente al crecimiento a través de la formación humana; indirectamente, mediante los desarrollos científicos aplicados a la producción (Le Monde Diplomatique, Julio 2003)
Si a lo último le sumamos que el aumento en la desigualdad de la distribución del ingreso, esta en estrecha dependencia con estudios que miden los niveles de cantidad y calidad de la educación recibida por cada quintil. Por ejemplo es posible apreciar que el aumento en la proporción de los salarios que recibe el quintil de menores ingresos converge con una fuerza de trabajo que declara poseer una educación inferior que primaria completa. (Documento del CEP” Distribución del ingreso: Antecedentes para la discusión”, Haral Beyer)
Según estos alcances se requieren acciones educativas que transformen nuestras concepciones, nuestros hábitos, nuestras perspectivas, sin miedo de instar al cambio…con una voluntad que surja de una conciencia social.
Voluntaria de Diagnóstico.
Estudiante de Pedagogía en Química UdeC
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