En los países en desarrollo, como Chile, las tasas de desempleo entre los pobres, así como la desigualdad entre las clases ha aumentado en los últimos años debido a que a las empresas se les exige para ser competitivas una fuerza laboral capacitada, un extensivo uso de tecnología y bajos costos operacionales que finalmente dejan a un gran número de gente excluidas del sistema. Los trabajos dentro de los que se mueve este grupo de “excluidos” son de baja remuneración y de baja calificación laboral. En este grupo no se aplica el dogma capitalista de a mayor esfuerzo y capacitación, mejores sueldos. Ellos viven en un esquema rígido donde el ascenso económico es impensable y casi utópico.
Un último eslabón de este grupo lo constituyen aquellos que tienen trabajos informales (entendiéndose por informal aquel trabajo sin contrato ni goce de beneficios como pensión, salud o vacaciones), generalmente solo orientados a la sobrevivencia, sin proyección alguna.
En este escenario surge como una opción lógica capacitar a este grupo vulnerable para así aumentar su capital laboral. Es así como tanto el estado como instituciones privadas se han dedicado a capacitar a este grupo (INFOCAP por ejemplo). Desafortunadamente estas iniciativas muy pocas veces ven logros significativos, en parte por no haber una realimentación desde los receptores de estas capacitaciones. Para respaldar esta tesis un estudio de
0 comentarios:
Publicar un comentario