ODISEA DE UN VIAJE A LOTA


Por: Carlita y Katurra

Son casi las 8 de la noche de un exótico día de abril. El objetivo; conocer la realidad del trayecto Concepción-Lota.

Me apresto a caminar hacia Tucapel con Los Carrera, para abordar algún bus que me lleve hasta Lota, pero grande fue mi sorpresa al ver que estaba completamente lleno de escolares, mujeres con niños, personas saliendo de sus trabajos, en fin, todos con el único objetivo de subirse al bus y encontrar un asiento para descansar en el trayecto.

Llega el primer bus y a los 10 segundos ya está colapsado, la gente parece una avalancha y todos se lanzan como locos para poder llegar lo más luego a casa. En ese momento me sentí afortunada al no tener que vivir esto todos los días, sin embargo hago este viaje solo para conocer el trayecto de las miles de personas que lo hacen diariamente y para contarles según mi vivencia, el drama del transporte urbano.

En un abrir y cerrar de ojos el bus era literalmente un tarro de sardinas, la única diferencia es que es un tarro con ruedas.

Llega el segundo bus y hace como que para, pero sigue de largo, ¡Maldito chofer!, se burla de todos y los insultos suenan como canto de pájaros al amanecer. Ya chata de todo esto me dan los monos y converso con mi conciencia, ¿Y si viajo mañana? No, para que, si ya estoy aquí. La idea es abortada inmediatamente.

A las 9 y media pasa un bus, el cobrador de boletos me dice que es la última máquina y tengo que subirme, obviamente me subo y menos mal hay varios asientos desocupados. En un instante, como por arte de magia, el bus se llena, situación obvia por ser el último bus. Finalmente cuando me cobran el pasaje, muestro el pase escolar, y es aquí donde surge una cara odio como si ser estudiante fuera delito, le sigue mirada asesina al unísono con una irritante voz que me dice. “tu pase dice Concepción-San Pedro”, “claro si vivo allá”, le digo, “qué tiene, soy estudiante todo el día y todos los días”, de mala gana me entrega el boleto y me amenaza diciendo “Si se sube alguna señora o alguien que haya pagado el pasaje completo, le tenis que dar el asiento altiro”, lo quedo mirando y le digo “Ok, no tengo ningún problema”

Muerdo entonces mi lengua para no seguir en esa lucha de miradas y decido olvidar todos los malos momentos ocurridos en tan solo unas horas.

¿Y pensar que hay gente que aguanta esto, todos los días?

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