Derribando Mitos: “La descalificación de los pobres” (Adriana Fernández)

“El verlos como personas inferiores, casi sub-humanas por su pobreza material... afecta su autoestima y su dignidad”

El considerar a las personas en condición de pobreza, como individuos sin derechos ni dignidad ha impedido un cambio de la visión humana que ellos merecen...que ellos necesitan.

En sociedades como la nuestra, tan segregada y excluyente, se hace necesario enfatizar que una sociedad democrática, con plena ciudadanía debe otorgar las condiciones mínimas de vida a todos sus habitantes.

De ahí surge la importancia que juegan los vínculos y las redes sociales que se tejen entre los más pobres de la sociedad y aquellos pertenecientes a un mundo lejano y desconocido. Contactos relevantes a la hora de superar la condición de precariedad e iniciar procesos de movilidad social. Entendiendo que estos sujetos poseen recursos y capacidades, como capital humano, recursos como bienes materiales, capital de trabajo, capital social y capital familiar, que deben movilizar para aprovechar las oportunidades de su contexto próximo.

Bajo esta concepción, la Fundación Un Techo Para Chile, establece sus principales líneas de acción, insertándose en los campamentos a través de una intervención integral que apunta al desarrollo de las habilidades y competencias en las personas, familias y comunidades, con el objeto que estos, mediante un trabajo conjunto entre voluntarios y pobladores y a su vez, éstos con sus comunidades, fortalezcan su organización, aprovechen las oportunidades que genera el entorno y así se empoderen para superar su condición de pobreza de forma autónoma y sustentable.

“Cuando la capacidad de los pobres es alentada, o por lo menos no obstruida, los resultados productivos son muy relevantes”

Trabajar en conjunto con una comunidad que vive en campamentos, comprendiendo que ellos son sujetos que tienen mucho que aportar, se considera un proceso de crecimiento recíproco, en que nuestro acompañamiento se traduce en el simple hecho de despertar la convicción de las familias, de que con esfuerzo su horizonte no tiene fin.

La convivencia entre el voluntario y el más pobre. Esa complicidad marcará para siempre ambos rumbos. El voluntario afina el espíritu y toma conciencia; entrega su tiempo y se compromete a con pasión. El pobre adquiere dignidad y esperanza que lo estimulan a superarse. Ya no está solo, sabe que hay un grupo de jóvenes que comparten sus sueños.

Ambos ganan el que da y el que recibe. Es esa magia la que se ha ido transmitiendo de boca a boca y que ha movilizado a miles de personas, familias y empresas a lo largo de nuestro país.

Eso es lo que ha ocurrido en nuestro país y por supuesto es nuestra región, en donde el trabajo mano a mano entre jóvenes y pobladores ha forjado un conjunto de cambios sociales, políticos y materiales.

ADRIANA FERNÁNDEZ
Directora Social

UTpCh Concepción

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